miércoles, 12 de marzo de 2008

Para que “ENTIENDAN”.


Esta mañana, encontrándome de camino hacia León, he escuchado en un programa radiofónico la queja de una señora en referencia al ex-novio de su hija. Hasta este punto todo parece normal, pero en el momento en el que la locutora le pregunta a la buena mujer por las razones para sentirse agraviada por su ex-proyecto de yerno la exposición se torna violenta.


Ante la invitación de la presentadora nuestra amiga, la protectora madre comienza a relatar los abominables hechos. Resulta que su hija, que cuenta con 19 años de edad en la actualidad y que no conocía varón, información que presurosamente nos facilitó la señora, cuando aconteció el suceso, conoció a la edad de 17 años a un chico de su misma edad con el que ha mantenido una relación sentimental durante un año y medio. Tras el mencionado periodo de relación el chico comunicó a su compañera que la relación debía concluir pues el ya no sentía lo necesario para la correcta continuidad de su noviazgo; los hechos se precipitaron y tras unos instantes de confusión apasionada la enamorada sustrajo el teléfono móvil del rompiente y comenzó a explorarlo en busca de datos significativos que ayudasen a aclarar la nueva situación.


Todo lo relatado hasta el momento resulta corriente en una situación de ruptura o separación, pero resulta que la ya ex-novia encontró un sms de alguien que se dirigía a su chico y le decía que le amaba, tras unos momentos de reflexión la chica decide llamar por teléfono al número origen del mensaje para descubrir que al otro lado de la línea responde un chico de “voz atiplada” que resultó ser la persona a la que en la actualidad ama el ex-novio de la oyente participante en el programa. En este punto la señora comienza a expulsar por su boca todo tipo de expresiones abruptas y maledicencias, evidentemente dirigidas al chico que abandonó a su niñita, no reproduciré lo dicho por la agraviada madre pero la situación llegó al extremo que la locutora interrumpió su intervención para recordarle que vivimos en el año 2008. Tal vez la actitud del chico, y digo tal vez pues desconocemos lo sucedido en realidad, sea reprobable, pero resulta que le han practicado un outing en toda regla y le han castigado en público, al mejor estilo de las Women-hater´s lamentation (cuya filosofía se podía resumir en el siguiente enunciado: “…así pues, justo destino encontraron.”).


La homofobia de una persona, que legítimamente puede sentirse herida, se ha desbordado y ha provocado que sea capaz de “delatar” la orientación sexual de una persona que podría no desear hacer público dicho dato. Es un golpe bajo, fruto potencial del despecho pero aún así injustificable y demasiado cruel. Sin conocer la situación real, debemos recordar varias cuestiones, en primer lugar que la orientación sexual es diversa y fluida y sobre todo que el proceso de auto-aceptación es complejo y prolongado, especialmente en los entornos más hostiles de los que la persona ejecutora de la llamada es en apariencia representante.


No podemos, heterosexuales o no, reprochar a nadie que no salga del armario o que se autodescubra de forma tardía, aunque 19 años no creo que sean demasiados, pues todas las personas hemos estado “en el armario” a lo largo de nuestras vidas y muchas continúan durante toda su existencia en referencia a algunos aspectos de ésta, pues no en vano parece que las personas emitimos una media de setenta mentiras diarias.

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